lunes, 24 de junio de 2013

El final.


Todo está oscuro a mi alrededor, no consigo ver nada. Me pican los ojos. Mis pulmones comienzan a sentir la necesidad de salir urgentemente del agua. Pero no me importa. Entre la inmensidad del océano que tanto me ha aterrorizado siempre, nado un poco más. Ya nada me importa, ni el terror, ni el pánico ni la posibilidad de ahogarme. Nado y nado, mi piel desnuda ya no siente el frío. Pero de repente quiero salir y respirar. Alzo mis brazos y llego a la superfie. Siento el sol de lleno en la cara, que me calienta. Hacía mucho que no sentía esa sensación. O eso me parecía. Abro los ojos y noto como me chorrean lágrimas de la cabeza por cada poro de mi piel.  Y miro al frente. Ya no estoy en el mar, estoy en el mismo lugar de siempre, las mismas cuatro paredes, el mismo jardín, todo sigue igual, como si nada hubiera pasado. Pero toda la gente que solía haber allí, sorprendentemente, ya no se hallan allí. Y eso me extraña. Camino y compruebo como sigo mojada, empapada entera, pero no desnuda. Una especie de camisón abriga mi cuerpo. Y mi ondulado pelo negro cae por mi espalda y pecho. Continuo andando esperando encontrar respuestas a mis extrañas preguntas que se amontonan en mi mente. Todo está igual que siempre. Pero estoy nerviosa, muy nerviosa. El corazón me palpita violentamente. Comienzo a bajar por la cuesta que hay al lado de la fuente, y comienzo a divisarlo al fondo. Comienzo a dibujar su silueta. Sí, la de siempre. Está solo, en medio de todo. Comienzo a bajar más lentamente hasta quedarme justo en frente de él. Me mira. Su mirada tierna de siempre, su cara, su todo. Yo no puedo evitar soltar lágrimas, esta vez por los ojos, pero se confunden con mi piel ya mojada. Él sonríe tiernamente, y alza sus brazos lentamente. Me abraza, me estrecha contra sí. Y yo no puedo evitar mi llanto. Nunca en toda mi vida me había sentido así. Y sin verle la cara, lo siento sonriendo. Todavía sonríe, y me abraza. Y con mucha dulzura me susurra al oído las que fueron nuestras últimas palabras:
   -He esperado este momento toda mi vida-.

viernes, 21 de junio de 2013

Las grandes canciones son eternas.

 


"Todavía puedo recordar la primera vez que lo vi: como olía, como hablaba, como se movía. Jamás olvidaré ese día. Es uno de esos momentos que aún siendo mayor o anciana sigues recordando como si hubiera sido ayer. Y es que el no es fácil de olvidar. No es fácil de olvidar porque te mira y logra que te tiemblen las rodillas, o por qué con sólo sonréir hace que veas el mundo de otra manera. Creo que eso es lo que de verdad importa en las personas. Y él es la clase de persona que se ancla a tu corazón. Y ya nunca se desancla.  

Recuerdo cómo lograba turbarme y evaporar mis pensamientos.  Ya los días no pasaban en vano, y ya todo cobrara un sentido.  Es como alcanzar una luz infinita, como tocar el cielo con las manos. Hoy lo veo y lo siento conmigo, como el primer día. Lo miro y resucita todos mis sentimientos, todos mis pensamientos y todas mis emociones. Es como si nada hubiera pasado y el tiempo se hubiera detenido. Como si el mundo nunca hubiera seguido su curso. Como si todo fuera como antes. Mi luz, mi eterna luz, mi guía. Él descubrió el mundo ante mis ojos y el abrió las puertas del cielo para mí. Creo que jamás conoceré a nadie en toda mi vida que me haga sentir lo que él me hace sentir cuando lo tengo a mi lado. Todo se evapora, nada ni nadie hay a mi alrededor, sólos él y yo. Su mirada tierna, su sonrisa, su piel, sus manos. Es como un  sueño que cobra vida. Como un ángel que desplega sus alas.

Creo firmemente que todo en esta vida pasa por algo, y creo firme y absolutamente en el Destino. Y el Destino lo puso en mi camino para amarlo. Para amar cada fibra de su ser y cada poro de su piel. Porque eso es lo que te inspira un corazón como el suyo, amarlo. Él me ha enseñado tantas cosas que creo que nunca podría enumerarlas. Pero sobretodo me ha enseñado a querer y a sonreír, sobre todas las cosas. Él aporta a mi vida esa fantasía tan necesitada y ese amor tan puro que todos ansiamos. Es una cosa que correrá por mis venas toda mi vida, eso no se puede evitar. El Destino no se puede evitar. Y recuerdo el día que tocó nuestra canción, recuerdo perfectamente como olía, como sonreía y lo que sentí. Y cada vez que escucho nuestra canción, recuerdo perfectamente como olía, recuerdo como sonreía, y recuerdo lo que sentí. Las grandes canciones son eternas. ".